Opinión OC   |  Rosa Cabero - Directora de OcioCaballo


 

Tomate caducado

 

Durante los últimos días, nuestro país está viviendo un auténtico drama nacional como resultado de la suspensión del programa televisivo “Aquí hay tomate” y ante un hecho de tal magnitud que afecta a propios y extraños, no tenemos más remedio que hacer nuestra propia reflexión y aunque no nos guste nada comprender como nos afecta.

 

Y ustedes se dirán que a la familia hípica ni nos va ni nos viene el tema en cuestión, aunque si nos paramos a pensarlo, yo creo que nos va a beneficiar.

 

Pregunten a cualquier profano en la materia y verán que en estos programas todos han tenido la oportunidad insólita de ver de vez en cuando, amplias panorámicas del Club de Campo Villa de Madrid, Dehesa de Montenmedio, Gijón o San Sebastián, donde se daban cita en una competición internacional nuestros jinetes intentando obtener los mejores resultados y en sus momentos de asueto se encontraban inexorablemente con una cámara de televisión, que les perseguía insistentemente para interrogarles sobre sus asuntos personales.

 

Lo cierto es que a través de estas imágenes que son las pocas que se ofrecen de los profesionales de la hípica, la gente ha adquirido la idea errónea de que tan solo son famosos que en sus ratos libres montan a caballo, que los certámenes son un lugar de ligoteo y que el tiempo discurre en las gradas tomándose un refresco y también eso si, alternando las instantáneas con alguna caída, que vende más.

 

No creo por eso, que vayamos a echar en falta la indiferencia tan absoluta que sufre nuestro deporte en los medios de comunicación y que si la única forma de ver un jinete en las pantallas es para preguntarle por sus escarceos amorosos en vez de lo que se siente al ganar un Gran Premio, prefiero que no se acuerden de nosotros.

 

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