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ARTÍCULO OCIOCABALLO

 

EL CABALLO Y EL CINE I.-

El caballo siempre ha estado presente en la vida del hombre. El cine, por el contrario, tan sólo lleva un siglo a nuestro lado (inventado por los hermanos Lumiere en 1895 en Francia). Sin embargo cuenta con una importante ventaja: echar la vista atrás y contar grandes momentos, épocas o relatos de la historia de la humanidad en las que el caballo ha jugado un papel importante.

 

En la mayoría de los casos el espectador asimila al animal de una forma natural y no le genera ningún tipo de sorpresa. Los vaqueros siempre viajan a caballo, los caballeros medievales luchaban a lomos de sus corceles y todos los faraones, reyes y emperadores eran expertos jinetes y tenían los mejores caballos. Así si nos paramos a pensar en el cine: ¿qué sería de Ben –Hur sin la carrera de cuadrigas? ¿qué sería del western sin John Wayne o Clint Eastwood galopando por las llanuras del desierto? ¿Hubiera Indiana Jones encontrado El Arca perdida  si en vez de a caballo hubiese ido a pie?.

 

Características de un "caballo artista".

La elección de un caballo para una película es como la elección del propio jinete, sobretodo si ambos van a jugar un papel relevante dentro del filme. A la hora de seleccionar al animal será el propio director con la ayuda de un experto del mundo equino los que escojan al caballo que más se aproxima a la idea del guión. También cabe la posibilidad de que el director delegue la responsabilidad del casting a dicho experto atendiendo siempre a las necesidades del guión (color, perfil, necesidad de adiestramiento especial, necesidad de doma, etc.). Llegados a este punto, no hay que olvidar que un caballo puede tener muchas connotaciones subjetivas para el espectador. Así, por lo general, el caballo del malo de un western tenderá hacia colores oscuros como castaño oscuro o negro, mientras que el caballo del héroe tenderá siempre hacia colores más claros como los de capa torda. También hay que destacar que no es lo mismo escoger un caballo para escenas de acción, que un caballo salvaje para estar galopando por una pradera como en Vidas rebeldes (The Misfits, 1961 – director: John Huston).

 

El rodaje de una película es costoso y pretende la perfección en cada plano. Por eso, hasta conseguir ese plano ideal se rueda muchas veces la misma escena. De modo que la posición inicial se repite en sucesivas ocasiones. Para una mejor comprensión de esto bastará con poner un ejemplo gráfico de este hecho y lo que influye en el caballo: El Séptimo de Caballería está parado en formación esperando la señal para atacar. El general desenvaina su espada y grita en una elevada: ¡Al Ataque! Este suceso que parece tan simple implica que 50 jinetes perfectamente uniformados estén a lomos de sus caballos y preparados para rodar, que permanezcan en una formación delimitada y específica para verlos a todos en el cuadro, que el general haga una elevada y que todos los caballos salgan al galope al mismo tiempo, es decir, cuando el director da la acción y después de haber ejecutado este “ejercicio” una vez repetirlo un número indefinido de veces hasta que el director quede satisfecho. Luego la acción se repetirá para tomar distintos puntos de vista: todo el pelotón, otro plano individual para el general y su caballo, otro plano de las patas de los caballos al galope, planos individuales del resto del escuadrón, y todos los que el director haya ideado para completar una secuencia perfecta de carga.

 

Por otro lado, hay que atender a la naturaleza asustadiza de los caballos que en las películas del Oeste no tiene cabida. Así, un “caballo artista” tiene que estar acostumbrado a los sonidos estridentes como disparos, los careos con otros caballos (encontrarse de frente con otro de su especie) y sobretodo a tener un adiestramiento específico para las escenas de lucha y guerra donde su jinete puede resultar herido o ellos mismos recibir un disparo. Ese caballo deberá caer al suelo y permanecer muerto unos instantes o salir de la escena él solo. Todo esto ocurrirá cuando un jinete les acompaña pero hay otros casos en los que el caballo es directamente el protagonista y realiza una serie de acciones por si mismo como en El corcel negro (The Black Stallion, 1979 – director: Carrol Ballard).

 

Los inicios del cine: los caballos como protagonistas.

Antes de que los hermanos Lumière (Louis 1864 – 1948 y Auguste 1862 – 1954) inventasen el cinematógrafo (cámara de cine) tal y como lo entendemos hoy en día, hubo múltiples inventos cuya pretensión fue dar movimiento a la imagen. No hay que olvidar que el cine es heredero directo de la fotografía y el desarrollo de ésta facilitó el trabajo al Séptimo Arte. En relación con los caballos y el cine es digno de mención un hecho que aconteció en 1878. Eadweard Muybridge (1830 – 1904) fue un fotógrafo británico que hizo su carrera en Estados Unidos. Animado por una apuesta de 25.000 dólares demostró que en un momento del galope de un caballo ninguna de sus patas toca el suelo. Para ello dispuso 24 cámaras en una línea recta cuyos disparadores estaban accionados por unos hilos que el caballo impulsaba en su carrera. Montó sus fotografías en el zoopraxiscopio: un invento de la época  que reproducía la sucesión de fotografías y parecía que en realidad el caballo se encontraba en movimiento. Con este invento consiguió registrar el vuelo de aves, caballos y animales en general. Se pudieron ver por primera vez imágenes reales en movimiento. Así publicó The Attitudes of Animals in Motion y Animal Locomotion. Fueron 11 volúmenes con más de cien mil fotografías dedicadas al mundo animal. Esta fue una de las primeras apariciones de un caballo en movimiento. 

 

Posteriormente en EEUU con Thomas A. Edison, los americanos comenzaron a dar sus primeros pasos en el western. Por lo que el caballo desde los primeros ensayos de cine mudo fue uno de sus astros. Así cuando la gente por fin comenzó a ser espectador de historias de ficción y no de documentales, y los actores comenzaban a ser estrellas siempre se les asociaba el mismo corcel. De este modo, todo el mundo sabía que: Ken Maynard montaba a "Tarzán", Buck Jones a "Silver", William S. Hart en "Fritz" y Tom Mix sobre "Tony". Todos ellos se convirtieron en expertos de este género.

 

Por otro lado, durante esta época directores como David W. Griffith (Floydsfork, Kentucky, 1875; Los Ángeles, California, Estados Unidos) o Sergei M. Einsenstein (Riga, Letonia, 1898; Moscú, Unión Soviética, 1948) utilizaron a los caballos para grandes cargas o persecuciones en películas como El nacimiento de una nación (1915) o La huelga (1923) respectivamente. En la primera, los miembros del KKK (Ku-Kus-Klan) cabalgaban a lomos de sus corceles blancos ataviados con las túnicas también blancas durante la Guerra de Secesión. En la segunda, los cosacos cargan sobre los huelguistas con los caballos. En ambos casos los caballos dan una superioridad a los jinetes frente a los hombres y mujeres que van a pie.

 

 

Capitulo II: El apogeo del western, anécdotas ecuestres de algunas películas, filmografía de caballos como protagonistas.

 

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Nuria B. Martínez - OcioCaballo

 

 

Indiana Jones (Fotograma).

 

7º de Caballería (Cartel).

 

El Corcel Negro (Cartel).

 

Experimento de Eadweard Muybridge.

 

William S. Hart con el caballo "Fritz".

 

El nacimiento de una nación (Cartel).

 

 

 

 

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