
Frank Hayes nació en 1888 en Brooklyn, Nueva York, dedicó todo su tiempo y energía a los caballos, pero nunca lo logró ser reconocido como un jockey de primer nivel.
Fue contratado como mozo de cuadra para el criador de caballos James K.L. Frayling y más tarde como entrenador de caballos, consiguiendo que con muchos de ellos muy buenos resultados.
A principios de 1923, Hayes vio la oportunidad de montar uno de los caballos que había estado entrenando para una carrera en Belmont Park, una yegua castaña llamada “Sweet Kiss” propiedad de la señorita A.M. Frayling.
Hayes se ofreció a montar, pero ella se negó, afirmando que su peso obstaculizaría sus posibilidades de terminar entre los cinco primeros, pero él persistió y, finalmente, después de mucha persuasión, la señorita Frayling aceptó.
Inmediatamente después, Hayes puso en marcha una campaña de pérdida de peso extrema con el fin de cumplir con los requisitos de peso para la carrera, en solo unos días bajó de 64 a 58 kilos.
Widget not in any sidebars
Cuando llegó el día de la carrera y emocionado por debutar finalmente como jockey a los 35 años, cuando estaban todos los jinetes reunidos en el punto de salida, se volvió hacia sus compañeros dijó: “hoy es un buen día para hacer historia”.
Contra todo pronóstico, “Sweet Kiss” ganó la carrera por una cabeza. Cuando la propietaria de la yegua, se acercó a felicitar a Hayes, se dio cuenta de que éste estaba muerto. Según los testigos, Hayes murió en algún momento de la última parte de la carrera, debido a un paro cardiaco, pero como cuando “Sweet Kiss” llegó a la meta Hayes seguía sobre el caballo, convirtiendose así en la primera persona, y que se sepa única, en ganar una carrera de caballos después de muerto.
Se cree que el paro cardiaco lo sufrió por los esfuerzos que hizo para adelgazar y dar el peso.
Hayes fue declarado ganador de la carrera, aunque sin pesaje oficial. Fue enterrado tres días después con su atuendo de jockey, “Sweet Kiss” no volvió a competir y se dice que fue rebautizada como “Sweet Kiss of Death” (dulce beso de la muerte).
Leyenda o realidad, la historia de superación de Frank Hayes hace reflexionar sobre si merece la pena o no sacrificar tanto por alcanzar un sueño.